(The Little Green Rabbit)
Hace mucho tiempo había un rey muy rico que tenía tres hijos, tres príncipes muy hermosos a quienes él quería mucho. Al rey, sin embargo, le agradaba que lo obedecieran al instante en todo lo que mandaba. Sucedío que un día los tres príncipes se salieron a pasear sin permiso de su padre, y se enojó tanto el rey que los castigó, convirtiéndolos en conejos. Al mayor lo transformó en un conejito pinto, al segundo en uno blanco y al tercero, el más chico de los hermanos, en un conejito verde muy lindo.
- Durante un año,- dijo el rey, -no saldrán del palacio ni podrán volverse gentes mas que al anochecer. Un día los tres conejitos comían musgo en el jardin del palacio, cuando dijo el conejito verde: -Hermanos, yo ya no puedo soportar ésta existencia. Vamos saliéndonos por el caño del agua a ver que hay afuera de esta cárcel. Los otros dos hermanos no querían porque le tenían miedo al rey. Sin embargo, tanto les insistió el Conejito Verde que por fin se fueron con él. Corrieron por el camp y jugaron toda la tarde, y, al volverse al palacio, oyeron una voz muy hermosa. Alguien cantaba una canción muy alegre. - Vamos a ver quién es,- dijo el Conejito Verde. Sus hermanos no quisieron acompañarlo por más que les rogó. El Conejito Verde se fué sólo y llegó a un palacio de donde salía aquella voz tan melodiosa. Anduvo rodeando la tapia que cercaba el jardín, y por fín encontró un agujero en la pared. Sin hacer ruído se metió al jardin y pudo ver que la que cantaba era una hermosa princesa con rizos dorados como el sol y ojos azules como el cielo. El conejito al instante se enamoró de ella y sin pensar se aproximó a la joven. Ella, al verlo, dió un salto y lo cogió. La princesa que se llamaba Marisol, se fué corriendo con él bien cogido, a enseñarselo a sus padres que la querían mucho, porque además de ser buena, era se única hija. Después de haberles enseñado el conejito. Marisol lo llevó a su recámara. Cuál no sería la sopresa de la princesa al oír al conejito hablar y que le decía: - Linda princesita, yo no soy conejo. Soy un príncipe encantado. Quedé transformado en conejo por haber desobedecido a mi padre. Si no me dejas salir, mi padre, el rey, me matará esta noche. Déjame ir, te prometo volver y me casaré contigo tan pronto como cumpla mi castigo. En prenda de mi palabra, toma este anillo. La princesa estaba muy sorprendida de todo lo sucedido, pero como era muy buena y se había enamorado del conejito, lo sacó al jardín y le dijo que se fuera. Pasaron los meses y el conejito no venía a ver a Marisol. El pobrecito no se podía salir del palacio. Pasaba el tiempo y Marisol se ponía triste y más triste. A tal grado llegó la tristeza de la princesa que sus padres alarmados, decidiéron hacer una gran fiesta para alegrar a Marisol. Mandaron buscar músicos y artistas para que deleitaran a la princesa. En un pueblo vecino había un viejecito que tenía una hija que sabía pulsar la guitarra y cantar canciones alegres y bonitas. Cuando oyó la orden del rey, el viejo decidió llevar a su hija que se llamaba Rosita se montaron en sus burritos y partieron para el lugar done vivia Marisol. Como tenían que pasar por la ciudad donde vivian los conejos encantos, al llegar allí el padre y la hija tenían mucha hambre. Rosita fué a la panadería próxima al palacio de los conejitos y pidío una torta al panadero, pero como éste estaba muy enojado porque se la había quemado el pan, con mucho coraje cogió una torta y se le tiró. La pieza cayó al suelo y se fué rodando, la quiso coger Rosita pero no pudo. Siguió la torta rodando sin parar y Rosita la seguía corriendo y corriendo. Por fín, el pan se metió por un agujero en la pared del palacio donde vivian los conejos y cuando dejó de rodar, Rosita de improviso se encontró en una recámara muy linda donde había tres camas igualitas. Oyó de pronto un ruído y se escondió detrás de unas cortinas, luego vió que entraban tres conejitos: uno pinto, otro blanco y el otro verde. El pinto brincó a la cama, dió una vuelta y se volvió un príncipe muy hermoso. El conejito blanco hizo lo mismo y se transformó en otro príncipe muy guapo. Los dos se acostaron y se quedaron dormidos. Por fin el conejito verde tambien brincó a la cama, dió una vuelta y se convirtió en un príncipe mucho más lindo y más hermoso que los otros dos; pero este último no se durmió luego, sino que comenzó a llorar mucho. Despertaron los hermanos y lo consolaban diciéndole: - Olvídate de la princesa Marisol, pues nunca te dejará nuestro padre casarte con ella. Los tres príncipes se durmieron por fin y Rosita se escapó del palacio por donde había entrado. Como ya estaba amaneciendo, ella y su papá partieron hacia donde vivía Marisol. Despues de mucho caminar llegaron al palacio donde vivía la princesa y se presentaron al rey. Rosita tocó, cantó y bailó pero la princesita seguía muy triste. Entonces Rosita le dijo: - Mire, Princesa, le voy a contar una aventura. En seguida Rosita le relató a Marisol todo lo que le había pasado con el conejito verde. Al oír el relato Marisol ya no cabía en si de gusto y les suplicó al rey y a la reina que la dejaran ir a ver al conejito verde. Sus padres no le permitían, pero lloró tanto que al fín la dejaron ir. Rosita y Marisol llegaron al palacio donde vivían los conejitos. Entonces Rosita le dijo a Marisol: - Mira, mi princesa, vamos a entrar por el agujero de la pared, y cuando lleguemos a la recámara de los príncipe no vayas a hacer ruío porque si nos oye el rey nos mata. - Esta bien, dijo Marisol. e introdujeron por el agujero de la pared y entraron a la recámara de los príncipes, entró al poco rato, el conejito pinto, brincó a la cama dió una vuelta y se volvió príncipe; luego entró el conejito blanco, hizo lo mismó, y se transformó en otro príncipe. Por fín entró el conejito verde. Marisol ya no podía estarse calladita, y cuando se subío a la cama el conejito y dió la vuelta para volverse príncipe, Marisol al verlo tan hermoso, dió un grito de alegría y salió corriendo a abrazarlo. El rey que se paseaba por los corredores del palacio, oyó el grito de Marisol y luego entró a la recámara a ver que secedía. Cuando vió a la princesa se enojó mucho y queria matarla, pero entonces el príncipe menor le dijo al rey: - Mi señor y mi rey, ésta princesa es mi prometida y nos vamos a casar. El rey se enojó más que nunca. Gritó y pateó, pero luego se calmó y les dijo: - Con que se quieren casar, y tenían relaciones sin mi permiso, pues ahora solo por eso, si quieren mi consentimiento para casarse, tienen que hacer lo que les diga: Tu,- le dijo al príncipe, seguirás con tu castigo durante siete años más, y tu, - le dijo a la princesa, -no te podrás casar con él hasta que llenes estos siete garrafones de lágrimas y gastes estos siete paras de zapatos de fierro. Como no podían hacer otra cosa los porbrecitos, tuvieron que aceptar el castigo. Entonces el conejito verde se hincó a rezar y la pobrecita Marisol empezó a llorar y despues de decirse adios se fué ella a caminar para gastar los zapatos de fierro. Llorando y caminando se fué la pobre princesita, y al fín un día llegó a una casa donde vivía la Luna. Ya había llenado los garrafones de lágrimas y tambien había gastado ya los siete pares de zapatos de fierro y traía todas las chanclitas de los zapatos envueltas en un pañuelo. La pobre Marisol había andado tanto y estaba tan cansada y tan lejos del país del conejito verde, que cuando llegó a la casa de la Luna pidió un poquito de descanso. Tocó Marisol la puerta y salió la Luna y le dijo: - Anda niña, ¿qué haces por aqui? Y Marisol le dijo lo que andaba haciendo y le suplicó que la llevara al país del conejito. - Mira,- le dijo la Luna, -por ahora no puedo, porque me toca andar por esa parte del mundo hasta dentro de muchos días; pero, ¿ves aquella loma? Pues allá vive mi compadre el Sol. Ve y dile que si puede ayudarte. La pobrecita de Marisol se fué camine y camine hasta que llegó a la casa del Sol. Tocó la puerta y salió el Sol. - ¿Que andas haciendo por aquí, niña? le pregunto el Sol. - Soy la novia del conejito verde y quisiera que me hiciera el favor de llevarme al palacio donde vive. El Sol abrió desmesuradamente los ojos y le dijo: - ¿Cómo que eres la novia del conejito verde? Eso no puedo ser porque el príncipe se va a casar dentro de tres días con una princesa que le escogió el rey. Por cirto que todo el reino esta rezando para que yo los alumbre el día de la boda y para que no vaya a llover. - Señor Sol, por favor lléveme al palacio,- le dijo Marisol, y luego le contó toda la historia de lo que les había pasado a ella y al conejito. El Sol se quedó pensativo un momento y luego le dijo: - Mira niña, yo no te puedo llevar porque se ti llevo te abraso.* Pero mira, allá en el ptro lado de aquella loma vive mi compadre el Aire. Dile que vaya y te lleve. Se fué ande y ande Marisol hasta que llegó a la casa del aire y allí tocó la puerta, y salió la señora aire. -Pasa, hijita, pasa y dime que andas haciendo por aquí. Y luego Marisol le contó todo. En esto llegó el Aire muerto de risa. La señora Aire le preguntó por que se reía tanto y le dijo que porque había desbaratado los preparativos de la boda del Conejito verde, y que los criados tendrían que arreglar todo otra vez. En esto, el Aire vió a Marisol y le preguntó que si qué andaba haciendo, y Marisol volvió a contar toda su historia. El Aire entonces, le dijo a Marisol que sin duda por eso estaba el Conejito Verde rezando en la caplla pidiendo que llegara Marisol. - Cójete de mi cintura y verás como en un dos por tres llegamos, le dijo el Aire a la triste princesita. Y volando como un torbellino se la llevó hasta la merita sala en donde estaba el rey, padre del Conejito Verde, y allí dejó a Marisol. Entonces el rey le dijo: -¿Quién es esta pordiosera? Pero el Conejito Verde reconoció a marisol al instante y corrió a abrazarla, gritando al mismo tiempo: ¡Ya vino mi prometida, mi verdadera novia! En seguida sacó marisol los siete garrafones de lágrimas que había llenado y el pañuelo donde traía todas las chanclitas que le habían quedado de los siete pares de zapatos de fierro y se los enseño al rey. Como el rey había dado su palabra, dijo que estaba bien que se casaran los dos. Así fue que Marisol se casó con el príncipe y los dos vivieron muchos años muy felices. * Note: Abraso- to burn or Abraso to embrace; here is a play of words, if sun were to carry girl he would have to put his arms around her and thus also burn her. |
Long ago there was a very rich king who had three sons - three very handsome sons whom he loved very much. The king, however, desired to have this orders obeyed implicitly. One day the three princes went visiting without their father's permission and the king became so angry that he punished them by enchanting them and transforming them into little rabbits. The eldest was changed into a pinto rabbit, the second into a white rabbit, and the youngest into a very pretty little green rabbit.
Furthermore, the king told them, "For an entire year you will not leave the palace and will only assume your human form at night." Time passed. One day when the three rabbits were nibbling grass in the palace garden, the green rabbit said, "Hermanos, I can't bear this life any longer. Let us crawl through the water pipe and see what surrounds this prison." The other two rabbits were loath to go. They were afraid of the king. However, the green rabbit insisted so much that finally the brothers agreed. All that afternoon the rabbits ran over the hill and dale. returning to the palace, they heard the beautiful voice of someone singing a happy song. "Let us go and see who is singing," said the green rabbit. His brothers refused, even though the green rabbit begged and begged. The green rabbit went alone. He went in the direction the singing came from and found a beautiful palace. Hoping to find a way to get in, he hopped around the garden walls and finally found a crack through which he crawled. Silently he crept into the garden. There he saw that the singer was a beautiful princess with sun-gold hair and sea-blue eyes. Her name was Marisol. The little rabbit dell in love with her at first sight. Unconsciously, he got nearer and nearer to her. The princess, seeing the rabbit, with a single motion captured him. She ran into the palace to show her parents the pretty little green rabbit she had captured. Her parents loved Marisol very much. Besides being good and kind, Marisol was their only daughter. The princess then took the rabbit to her bedroom and imagine her surprise when she heard the rabbit speak! "Beautiful princess, I am not a rabbit. I am a prince enchanted as punishment for disobeying my father. If you do not let me go, my father the king will kill me tonight. Release me and I promise that as soon as my penalty is over, I will return and marry you. In token of my word, take this ring." The princess was astonished to hear the rabbit's words, but because she was kind and because she had fallen in love with the rabbit, she took him to the garden and let him go. Months passed and the rabbit didn't come back to see Marisol! More time went by and Marisol began to pine. To such an extent did her heartbreak increase that her parents became alarmed. They decided that in order to cheer her, a great fiesta would be given in her honor. They ordered musicians and artists to be brought from all over. Perhaps they would cheer her. In a nearby village there lived an old man who had a daughter. The girl could play the guitar and sing gay and beautiful songs. When he heard the king's proclamation, the old man decided to take Rosita, he daughter, to sing before the princess. The girl and her father, astride their little donkey, set out for the palace. They had to pass through the city where the rabbits lived. When they arrived there, Rosita and her father were very hungry. She went to a bakery near to the palace to buy some bread. The baker was very angry because his bread had burnt, so he hurled the flat loaf of bread at Rosita. She tried to catch it but could not. The round, flat loaf fell to the floor and rolled out of the door. Rosita ran after it, but the bread kept on rolling and rolling. Finally, it rolled through a crack in the palace wall and lodged near the door of a beautiful bedroom in which there were three beautiful beds. Rosita heard a noise and perforce had to hide. She took cover behind the arras in the room, and peeping around it saw three rabbits come in. One was a pinto rabbit, the other a white rabbit and the third a green rabbit. The pinto rabbit jumped on the bed, flipped himself over, and became a handsome prince. The white one did the same and changed into another very handsome prince. Soon, both went to sleep. Finally, the green rabbit jumped on the bed, flipped over, and was changed into a very, very handsome prince. But this last prince did not go to sleep right away; he began to cry. The other two princes awoke and began to talk to him saying, "Forget the Princess Marisol. Our father will never let you marry her." At last all three princes went to sleep and Rosita managed to make her way out of the palace by the same route she had used in entering. Dawn was near, so Rosita and her father left for Marisol's village. Rosita and her father arrived at the palace and went to see the king. Rosita sang and danced but could make no impression on Marisol. At length, Rosita said, "Look Princess, I am going to tell you a tale." Then Rosita related all that had happened and how she had seen the little green rabbit. Marisol was filled with joy and asked her parents for permission to go and see the green rabbit. Marisol's parents did not want to let her go, but she insisted so much that the king and queen finally agreed. Rosita and Marisol journeyed to the city where the rabbit lived. When they were near the crack in the wall of the palace, Rosita told Marisol, "Look, my princess, we are going into the palace through this crack in the wall. Do not make any noise, for if the king hears us he will kill us." Marisol agreed and they entered the prince's bedroom. After some time the pinto rabbit came in, jumped on the bed, flipped over and became a handsome prince. Then a white rabbit came in, did the same, and became another handsome prince. At last the little green rabbit came in, and when he had jumped on the bed and flopped over, marisol could not stand it any longer. She cried and ran towards the prince. The king, who had been strolling near the hall, heard Marisol cry and immediately rushed to the bedroom. When the king saw her, he was greatly angered, so much that he wanted to kill her. But then the youngest prince told his father, "My liege and my King, this maiden is my fiancée and we are going to be married." The king's rage knew no bounds but, controlling himself he said, "So you want to get married, eh? And so you have seen each other without my consent, eh? Well, now, before I agree to your wedding you two must do as I say." "You," he told the prince, "will continue to be a rabbit for seven more years. And you," the king told Marisol, "will not be able to marry the prince until you fill seven barrels with your tears and wear out these seven pairs of iron shoes." The poor prince and the poor princess had to say yes. They could not do anything else. The rince knelt down and prayed and Marisol tearfully bade him good-bye as she went out into the world to wear out her iron shoes. After walking and crying a long, long time, Marisol finally arrived at the house where the moon lived. Marisol had already filled the barrels with her tears and worn out the seven pairs of iron shoes. However, the poor girl was so tired and so far from the green rabbit's palace that she had to rest some place. Marisol knocked on the door of the moon's house and the moon came out. "Niña," said the moon, "what are you doing here?" Marisol told the moon her story and asked aid in reaching the green rabbit's home. "Look," said the moon, "at present I cannot travel through that particular part of the world. I am not due on that side of the earth for many more days. But do you see that hill? My compadre, the Sun, lives over there. Go to him, he probably will be able to help you." Marisol walked and walked and finally arrived at the sun's house. She knocked on the door and th sun came out. "What are you doing around here, niña?" asked the sun. "I am the green rabbit's fiancée," said Marisol. "I am wondering if you could aid me in getting back to his palace." The sun stared at Marisol and said, "Do you say you are the green rabbit's fiancée? That is impossible. The green rabbit is going to be married within three days. His fiancée was picked out by the king himself. All the people are praying for me to be in a good humor. They really want me to shine that day." "Señor Sol," begged Marisol, "please take me to the palace." And the girl told the sun all that had happened to her. "Look, niña," answered the sun, "I cannot take you because if I held you in my arms I would burn you. But listen! Yonder, on the other side of that hill, lives my compadre, the Wind. Tell him to take you where you are going." Marisol walked and walked until finally reaching the hill, went to the house where the wind lived. The girl knocked on the door and señora Aire, the wind's wife, came out. "Come in, hijita," señora Aire said, "what are you doing around here?" Marisol told señora Aire all that had happened. Suddenly the señor Aire came in, laughing so hard that he shook all over. Señora Aire asked him the reason for his laughter and señor Aire answered that it was because he had destroyed all the preparations for the wedding of the green rabbit and his fiancée. The wind saw Marisol then, and asked her what she was doing there. Marisol told him what had befallen her. "Oh," said señor Aire, "that's probably the reason the green rabbit has been praying so much in the chapel lately. I think he is asking for your return. take hold of my waist and quicker than you can wink your eye we will be at the palace." And with whirlwind speed señor Aire took Marisol to the palace where the green rabbit lived. The king was there also and he asked, "Who is this beggar?" But the green rabbit recognized Marisol and ran to her, crying at the same time, "My fiancée is here! My true fiancée has come at last!" Marisol then produced the seven barrels filled with her tears and a handkerchief where the remains of the seven pairs of iron shoes were tied. She gave them to the king. And since the king had given his word, Marisol and the prince were married and lived happily ever after. |
NOTES FOR EL CONEJITO VERDE
The first page of these notes is missing.
wind are considered, then the tale would be classified under types 500-599, "Supernatural Helpers." In Tale Type 425 Psyche asks directions from the sun, moon, and stars in her quest for for Cupid, but Psyche is looking for Cupid's abode and is not in need of transportation to a distant place, as is the heroine of "The Little Green Rabbit" story. In tale type 400, "The Man in a Quest for His Lost Wife," the machinery of the sun, moon, and stars also occurs. But Tale Type 400 deals with quests for lost fiancées of husbands and guidance to their dwellings, not with the desire for transportation at the conclusion of the fulfillment of the tasks.
We must assume, then, that "The Little Green Rabbit" is an unclassified tale whose Tale Type number must lie between 460-499 or 500-599 of the Aarne-Thompson Index.
Relationship of "El Conejito Verde" to tales of the same general type:
Similarities:
1. The hero has a cruel father.
2. The disobedient sons are punished by their father.
3. The younger son is the hero.
4. Superhuman tasks are assigned to the fiancée by the father of the hero.
a. The wearing of seven pairs of iron shoes.
b. The filling of seven barrels with the heroine's tears.
5. The cruel father forces the hero to marry another girl.
Differences:
1. The heroine knows where the hero is at all times after she has been set her tasks.
2. The wind hinders the marriage ceremonies of the hero and the bride chosen by the king.
3. The wind carries the heroine to the hero's home.
4. A rolling loaf of bread directs an entertainer to the bedroom of the enchanted princes, enabling the singer to inform the princess of the hero's whereabouts.
Comparative Classification:
Aarne-Thompson: Types 460-499; 500-599, tentatively.
Narrator:
Sra. Teresa Zamora
Age 76
El Paso, Texas.